lunes, 21 de diciembre de 2009

DELIRIO ENCARNADO

..........Si hay algo que extraño de veras son los colores de las madrugadas: Antes podía ver amanecer el cielo gris de ceniza fría, naranja tibio y fuerte, azul triste... Pero ninguna vez era igual. Ahora sólo veo los amaneceres rojos.
.........Por aquel entonces, el de los cielos cromáticos, yo era un joven de mente abierta, fumaba marihuna y creía firmemente que si nos rebelábamos contra el sistema podríamos cambiar el mundo y por fin seríamos felices. Defendía los bosques, lo animales, los derechos de los niños, a las mujeres condenadas a ser lapidadas. En fin, un idealista del montón, ¡eso es lo que era yo!
..........Pero de repente apareció ella de la nada un día cualquiera. Como uno más me enamoré, y como todos creí ser el único, el ser más especial del universo, el que más sentía, el que más padecía... Creía ser la única persona del mundo capaz de enamorarse; aunque por aquellos tiempos no se me ocurriera pensar que era simplemente eso lo que me ocurría.
..........Discutíamos durante horas sobre lo que fuera, cualquier tema con un mínimo de polémica era digno de sus más fervientes críticas. Y mientra encendía su cara y sus palabras acerca del capitalismo que pudre el mundo, o sobre el deshielo de los polos yel futuro inciero de nuestros hijos, yo simplemente me perdía en el universo de sus ojos infinitamente negros.
..........Me dedicaba a seguirla. Siempre iba tras su estela perfumada de almizcle y ruido de pulseras. Iba donde ella iba. Hacía lo que ella hacía... Y comía lo que ella comía. Empecé haciéndome vegetariano tras un impetuoso discurso sobre el sufrimiento de los animales y algo así como la solidaridad entre especies. Mi perdición tardó un poco más en llegar.
..........Todas las mañanas ella leía el periódico en la cama, pasando rápidas las hojas, sin detenerse mucho más que en los titulares, mascullando improperios incomprensibles, hasta que al final acababa estrellando una nube de hojas arrugadas contra la pared, harta de este mundo de mierda, como solía decir. Yo la miraba distraído, deslizándome por la curva suave de sus hombros perfectos, aún un poco obnubilado por el éxtasis de amor que hacía pocos minutos habíamos experimentado. Ella dejó de mascullar y se paró a leer detenidamente una noticia; al acabar me la leyó en voz alta. Esa mañana no lanzó el periódico por los aires, sino que se lo guardó y se puso a investigar, y unos días después me dijo que había llegado a nosequé conclusión vital y que ella sólo iba a comer alimentos crudos, por algo de unas enzimas, de los hombres primitivos, los animales otra vez... En fin, yo lo acaté sin más, fingiendo aplaudir con entusiasmo su nueva idea.
..........Desde entonces en nuestra casa se abandonaron las verduras cocidas (con lo que me había costado adaptarme a ellas... y ellas a mí). Y volvió la carne, pero siempre cruda... ¡No sabía qué me daba más asco!
...........Suelen decir de los perros de compañía que no se les debe dar carne cruda, porque desarrollan sus instintos de cazadores, se vuelven agresivos; y eso es lo que me pasó a mí porque, al fin y al cabo, yo para ella no era más que un perro..
..........Llevábamos unas noches haciendo el amor fuerte y salvaje, como nunca antes lo habíamos hecho, como nunca antes lo habíamos gozado. Yo tenía hambre, un hambre increíble, y una de esas noches no podía resistir más viendo cómo esa carne tibia y dulce se retorcía debajo de mí, tentándome... La mordí. Ella miro extrañada y dolorida mi cara de sangre, consciente por primera vez de mi presencia, y descubrió que mis ojos ya no eran los del perro sumiso, sino los del animal contaminado de rabia.
..........Y sin poder remediarlo me la comí, pero sin esos cinismos que había visto en algunas películas. Nada de su carne al horno, ni sus entrañas con cebolla confitada: me la comí cruda, tal y como ella me enseñó.
..........Ahora no puedo reprimir el hambre, y a mi alrededor todo es rojo, como la carne y la sangre, y yo creo volverme loco, loco en mi delirio encarnado.
..........Así que he decidido que, simplemente, voy a dejar de comer.