sábado, 1 de mayo de 2010

Un viejo que tenía la cabeza blanca de recuerdos

......El viejo era demasiado viejo. Y tenía demasiados trastos en su cabeza emblanquecida.
......Una mañana temprano, montó un tenderete en medio de la plaza y se puso a regalar sus recuerdos en cajitas de cristal. Recuerdos hermosos, recuerdos históricos, recuerdos de juegos de niños, de canciones antiguas, del cuerpo desnudo de aquella muchacha, recuerdos de guerras, recuerdos horribles para regalar a los enemigos.
......Los fue dando todos a los amnésicos, a los sabios, a los solitarios, a los poetas, a los historiadores, a los enamorados, a los adolescentes, a los morbosos... Y cuando se llevaron el último se sintió vacío como un recién nacido.
.....Entonces el viejo pudo morir liviano y tranquilo.

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