Infinito azul ante ella.
Era el mar aquella tarde
eterno... Y la esperaba.
Las olas plateadas arden
con su lenta y fría danza,
sus ojos vacíos no hacen
intento de reflejarlas.
No es que el horizonte guarde
gran diferencia con ella
si de su alma forma parte:
mar en calma, alma serena.
El aire le dice en clave
susurros de despedida;
puede ser que ya no extrañe
esa caricia perdida.
Se adentra en el agua suave
con semblante decidido;
en ella no existe el antes,
ni el futuro, ni el destino.
Y camina lenta y grave
fundiendose con las aguas.
Desaparece y no salen
llantos de espuma a llorarla.
Desaparece y no nacen
lutos en esta azul calma.
Desaparece. Y no se hace
nada que no sea silencio.
*In memoriam: A. S.
1 comentario:
Ojalá supiese algo de crítica literaria para juzgar tu poema, solo sé que me gusta y que se me ponen los pelos de punta al imaginarla caminando... mientras lo leo.
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