viernes, 17 de agosto de 2012

Confesión de la que se acostó contigo con ojos de amor eterno

Si los astros nos hubiesen bendecido, puede que ahora estuviésemos follando como locos, o viendo una película regulera en el sofá con las piernas hechas un nudo, o calcándonos a esos que van a Ikea a gastar suelas y tiempo porque ya no saben qué carajo hacer antes de caer en una espiral sadomasoquista. O tal vez hubiésemos sido diferentes. Eso es lo que tú piensas, pero sólo somos diferentes cuando estamos solos.
......Yo también te quería, pero una voz de liliputiense que me venía de no-sé-dónde insistía en que no fingiese. No era nuestro momento. Y la expresión da tanto asco por lo tópica que resulta que debería haberla redondeado plantándote delante una enorme copa de helado mientras te la decía, joder. En realidad fueron unas cervezas. En realidad creo recordar que pagaste tú (lo siento de nuevo).
......Aunque en algún momento pude aparentar ser la zorra que se acostó contigo con ojos de amor eterno y que luego desapareció, esfumándose a su mundo de cinismo en una nube de frivolidad, pienso en ti más ratos de los que tu poso de rencor te dejase creer. En cómo sería el mundo si los astros nos hubiesen bendecido. Tal vez ahora estaríamos arrancándonos la ropa y la piel. Tal vez las parejas de Ikea nunca creyeron en el Momento.

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